Archive | 2 noviembre 2009

ESTIMULANDO EL DESARROLLO DEL LENGUAJE (I)

Cuando un niño nace, la maduración progresiva de su sistema nervioso, le permite aprender con la facilidad de un genio y los primeros aprendizajes son los que con más facilidad se retienen y se mantienen siempre. Por eso es importante empezar a estimular el vocabulario y el lenguaje ojalá desde antes que el niño nazca.

El lenguaje y la comunicación en general, son la herramienta de mayor importancia que tendremos cualquiera sea el papel que nos toque desempeñar en la vida y mientras mejor nos comuniquemos más fácil nos será alcanzar nuestros objetivos.

El lenguaje tiene dos aspectos relevantes: la comprensión y la expresión.

La comprensión

La comprensión o lenguaje receptivo, es lo que permite al niño entender el significado de las palabras que escucha y siempre estará más desarrollado que el lenguaje expresivo.

Para que haya lenguaje, el niño debe tener contenidos y para esto es imprescindible la estimulación que provee la interacción. A medida que escucha hablar, el niño empieza a entender el significado de las palabras y mucho antes de poder decirlas ya las asocia cuando las escucha.

Mientras antes adquiera un vocabulario comprensivo abundante, mejor manejo tendrá del lenguaje y más adelante se le facilitará el aprendizaje y la comprensión de la lectura. Por eso es muy importante que los padres le hablen y lo ayuden a asociar las palabras que escucha con los conceptos que éstas tienen.

Si por ejemplo al bañarlo le decimos: este es el jabón, esta es la esponja, yo voy a jabonar tu pie, tu pie es muy chico, el del papa es grande, etc.; el niño estará aprendiendo sustantivos, formas verbales, adjetivos, etc. Si lo bañamos en silencio, por mucho amor que pongamos al hacerlo, demorará mucho más tiempo en saber como se llaman el jabón y su pie.

El lenguaje expresivo

El lenguaje expresivo se va desarrollando a partir del llanto, su primera forma de comunicación.

Si los padres atienden los intentos de comunicación de su hijo, pronto aprenderán a diferenciar cuando el llanto es por hambre, cuando está incómodo o cuando tiene algún dolor. Por su parte, el niño aprenderá que a su llanto sigue una satisfacción de sus necesidades y poco a poco irá dándole a éste, diferentes inflexiones las que posteriormente serán reemplazadas por emisiones orales más complejas (vocalizaciones, balbuceo y posteriormente palabras)

Estas emisiones orales deben ser reforzadas, otrogándoles significado y modelándolas de manera de ir incrementando el repertorio de sonidos. Por ejemplo, si cada vez que el niño dice / te / la madre le da su chupete diciendo: «¡Te! tú quieres el chupete, bien, chu pe te», pronto el niño aprenderá que te le sirve para pedir el chupete. Sin embargo paulatinamente ira alargando su emisión ya que al recibir el chupete, escucha de sus padres la palabra completa.

Fuente: www.padresok.com