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Permisos: límites con cariño y firmeza

Los niños y más aún los jóvenes se sienten protegidos y queridos cuando sus padres les establecen límites, ya que éstos les proporcionan  un margen claro en el cual moverse, desarrollarse y auto controlarse o regularse. Las normas deben ser consensuadas entre los padres y una vez que se han puesto de acuerdo entre ellos, plantearlas y discutirlas con los hijos, dándoles un espacio importante de participación.

La importancia de los límites

Según Fabio Sáenz, psicólogo de salud del adolescente del Centro Ser Joven, no sólo es necesario poner límites en la preadolescencia y adolescencia, sino que desde mucho antes. “Los límites y las normas son una forma de desarrollar el autocontrol, la autonomía, la responsabilidad, la madurez y el desarrollo en general. La clave es que sean establecidos de manera adecuada, es decir, de forma democrática, no autoritaria ni permisiva”.

Agrega el especialista que los niños y adolescentes que no tienen límites pueden tender a ser más inseguros y a correr más riesgos. “He visto casos en que finalizada la adolescencia, los jóvenes sienten que sus padres se preocuparon poco por ellos. Y es que el no poner límites raya en la negligencia”.

A medida que los niños van creciendo, los límites y permisos varían. Cuando el niño es escolar, probablemente pedirá permiso para ir donde un amigo y la respuesta será que no puede salir en la semana porque se tiene que levantar temprano. Pero cuando es adolescente, lo plantea de otra manera: “tengo una fiesta, quiero ir”, en este contexto la clave está en transar con los papás.

Para establecer normas y límites sin generar una batalla entre padres e hijos, Fabio Sáenz recomienda primero explicar las razones de los límites y no decir simplemente ‘te lo ordeno por que soy tu padre-madre y no hay más que hablar’, o ‘mientras vivas en esta casa…’.

A su juicio, la mejor manera es el consenso y los permisos progresivos. “Es importante el haber puesto desde siempre normas de forma democrática y no cambiar el estilo al llegar la adolescencia”. El experto agrega que es bueno reconocer que es muy difícil cursar esta etapa sin tener algún tipo de conflicto en este sentido y que la clave está en saber manejarlos adecuadamente.

Ni mucho, ni poco

Los permisos deben ser acordes a la edad, pero también a la capacidad de ser responsables y autónomos, para que los niños aprendan a proponer y fijar sus propias reglas, ya que su identidad se va formando en la medida en que son capaces de cumplir lo que dicen. En este sentido, la recomendación del especialista de Ser Joven es que los permisos “sean progresivos y que siempre se llegue a acuerdos con los hijos. Si están de acuerdo con una norma consensuada previamente, será más fácil que la lleven a cabo o que acepten la sanción por no haberla cumplido”.

Lo ideal es partir con pequeños permisos, para evaluar la respuesta del joven y chequear si cumplió con el horario y si aceptó las condiciones. Un clásico ejemplo es cuando el adolescente quiere llegar de la fiesta a las 2 de la mañana y el padre dice a las 12:30. En este caso, se aconseja llegar a un término medio, o proponer partir con un permiso a las 12:30 y si se cumple ir extendiéndolo. Lo importante es que los padres expliciten que con el permiso ‘nos tenemos que quedar conforme los dos’ y que el joven tenga claro que, frente a las peticiones de permisos en las que los padres vean un riesgo mayor, no se puede discutir.

También, es recomendable evaluar el cumplimiento en otras áreas, por ejemplo, la académica (¿es responsable con sus deberes? ¿es honesto?), o la social (¿es capaz de regular sus emociones? ¿puede poner límites e identificar situaciones de riesgo?). Si presenta esas características, “los padres pueden estar más tranquilos a la hora de comenzar con los permisos, de lo contrario, puede ser un buen momento para apoyarlos en el desarrollo de esas habilidades”, señala Sáenz.

A la hora de fijar límites y permisos en la preadolescencia y adolescencia es fundamental potenciar una buena relación con los hijos. Para lograrlo los especialistas recomiendan tener en cuenta los siguientes aspectos:

Diálogo y cercanía

* Nunca evitar el conflicto. Hay que enfrentarlo con tranquilidad y sin susto. Los padres tranquilos son más creíbles.

* Mantener un diálogo lo más abierto posible, demostrando calidez e interés.

* Sostener comunicación de ida y vuelta, lo que supone un traspaso de experiencias.

* Tener mucho cuidado con la crítica, pues los adolescentes están muy sensibles. No descalificarlos, sino expresar que se tiene una opinión distinta.

* Mantener una actitud de firmeza cercana, que no es lo mismo que ser duro.

Fuente: www.padresok.com

¿Maduran hoy antes nuestros hijos? La adolescencia precoz

Los nuevos jóvenes: la adolescencia precoz

La adolescencia se caracteriza por ser una etapa difícil. Padres e hijos sufren cambios importantes, los que dependerán en gran medida del tipo de familia y de la personalidad de sus integrantes, pero también del contexto social en que se presente. Los especialistas sostienen que los adolescentes en la actualidad manejan mayor información, son más autónomos y comparten menos tiempo con sus padres.

Según el doctor Alberto Trautmann, pediatra de la Clínica Alemana, biológicamente no hay un adelanto de la pubertad. Existen documentadas observaciones que demuestran que en los últimos 60 años la duración del proceso puberal y la edad de término no han cambiado.

Antes de tiempo

En lo que si están de acuerdo los especialistas es que el periodo de la adolescencia, que se refiere al aspecto psicosocial del desarrollo, se ha adelantado. El psicólogo del centro de salud del adolescente SERJOVEN, Fabio Saenz, afirma que hoy los jóvenes se han independizado más tempranamente que hace 10 años atrás. Han adelantado algunas etapas o hitos propios de la adolescencia, por ejemplo, prueban tabaco, sustancias o alcohol, a edades más tempranas que hace una década.

Dentro de los cambios que se han generado en los adolescentes se encuentra la importancia del cuerpo. Según el doctor Trautmann ahora es una herramienta de seducción. Los cambios corporales son fundamentales en el adolescente, deja el cuerpo infantil por otro, que puede ser por razones mágicas una fuente de una supuesta felicidad exitosa si es atractivo o fuente de frustración si no lo es.

El culto a lo erótico, ligado a lo anterior, es exacerbado por los medios de comunicación. Esto se refleja en comerciales y en el tipo de programas estelares, reality shows, telenovelas o películas. El cambio y el adelanto de las conductas propias de la adolescencia se debe, en opinión del doctor, a una nueva realidad; a un mundo de estrés creado por el adulto. El adolescente trata de adaptarse a esta realidad y en su intento puede conseguirlo parcialmente o frustrarse, generando la semilla para una serie de conductas de riesgo.

Asimismo, al no tener un vínculo fuerte con adultos significativos, no tendrá en quien apoyarse cuando surja algún problema que requiera contención u orientación. El doctor Trautmann sostiene que ante las altas presiones de la sociedad, los jóvenes tienden a echar mano de sustitutos que le permitan cambiar la percepción del mundo, como el alcohol, las drogas o el ejercicio irresponsable de la sexualidad.

¿Dónde están los padres?

Fabio Saenz plantea que en general hoy los papás están más tiempo fuera de la casa, lo que permite que los hijos busquen nuevas experiencias en un mundo externo al hogar, el que sin duda implica más riesgos. En este sentido, el desafío de los padres es tener un rol activo en el desarrollo de sus hijos, no para controlar o prohibir, sino para acercarse a sus hijos y ser un apoyo; una persona en quien confiará.

Como señala el psicólogo, lo más importante es tener claro que no hay forma de pasar la adolescencia sin conflicto. Deben saber que es una etapa en la que buscan diferenciarse de sus padres y gracias a ello pueden lograr una identidad propia. La clave para una buena relación es discriminar qué conductas implican un riesgo real para el adolescente y cuáles no. Por ejemplo, usar los pantalones abajo, sin cinturón para que se vean los calzones o calzoncillos, es una actitud que no representa un riesgo. Es una moda, los papás lo deben entender así y no debería ser una situación conflictiva si se maneja bien.

El especialista de SERJOVEN agrega que es un error -por ejemplo- decirle a los hijos, de forma autoritaria e incuestionable, que no pueden fumar antes de los 18 años. Con este tipo de sentencias lo único que logran es que el niño no le cuente, por ejemplo, que probó un cigarrillo o tomó por primera vez alcohol. Los padres deben generar la confianza necesaria para que los hijos les cuenten lo que les pasa o lo que sienten, sin pretender ser amigos o pares, sino simplemente padres presentes y preocupados de ellos.

Asimismo, el doctor Trautmann indica que se deben crear vínculos afectivos con los padres y otros adultos. Se ha observado que el adolescente que se relaciona con adultos de confianza que le brindan espacios, tiene menos posibilidades de experimentar conductas de riesgo. Si se siente conectado e identificado con su colegio o en el club deportivo, o si participa en grupos de reflexión, grupos de voluntariado en que apadrina, por ejemplo, a un niño, estará más protegido y será menos vulnerable a los riesgos de su entorno.

Fuente: www.padresok.com

La televisión y su influencia en los niños

Informe año 2000

Introducción

El proceso de desarrollo en los seres humanos dura toda la vida, es una dinámica de cambios y transformaciones interrelacionados y se da en la persona como ser individual y como ser social. En este último aspecto el desarrollo se da por el proceso de socialización, el cual tiene especial importancia en la infancia, ya que los niños aprenden a comportarse y funcionar como miembros de la sociedad por primera vez. Aquí influyen los llamados agentes de socialización, que son: la familia, los pares, la escuela y los medios de comunicación.

Dentro de los medios de comunicación, la televisión es el más accesible para los niños, ya que está presente en la mayor parte de los hogares y no requiere de habilidades muy complejas para recibir la información, como sería, por ejemplo leer, en el caso de los diarios. Se sabe que la TV tiene influencias tanto positivas como negativas en los niños, por esto es importante analizar estas influencias y sus efectos para así poder controlar los negativos y promover los positivos.

Se abordará el tema centrándose en la socialización y las influencias de la televisión en ésta, en función de tres áreas: la conducta agresiva, la adquisición de los roles de género y, por último, en la educación y la conducta prosocial(o adaptativa). Las cuales son las que están más directamente influenciadas por la televisión.

La relevancia de esta investigación es, entonces, determinar el grado de influencia que tiene la TV en los niños y descubrir la naturaleza de estas influencias.

En el presente trabajo se dará un marco conceptual para definir los conceptos claves que deben estar claros para la comprensión del tema, luego, se dará un marco teórico con lo que se encontró con respecto al tema en las referencias bibliográficas, dos estudios de casos referidos al tema, una integración del marco teórico y las investigaciones, y finalmente una conclusión.

Marco conceptual: Lo que estamos entendiendo por…

*Comportamiento agresivo: acciones hostiles intencionales que buscan herir a alguien o establecer un dominio(Papalia, 1987, 1997).

*Comportamiento prosocial o adaptativo: actuar en favor de otra persona, con frecuencia implican costos, autosacrificios o riesgo por parte de la persona que lo realiza. Reciben la influencia del contexto social en que se encuentre(Papalia, 1997).

*Desarrollo: cambio relacionado con la edad en un ciclo de vida que describe la transición desde el óvulo hasta la vejez. Sus principales características son:

*Continuo: los cambios pueden ocurrir en todos los momentos de la vida.

*Acumulativo: el cambio acontece sobre lo que había antes.

*Direccional: avanza hacia una mayor complejidad.

*Diferenciado: consiste en hacer distinciones cada vez más sutiles.

*Organizado: Las habilidades se van integrando paulatinamente.

*Holístico: los logros no están nunca aislados, todo aspecto depende de los demás(Hoffman, 1997).

*El desarrollo humano se divide en cuatro dimensiones básicas: desarrollo físico, cognitivo, emocional y social. Aunque cada una de ellas subraya un aspecto particular, hay una interdependencia entre ellas(Rice, 1997).

*Desensibilización: clase de aprendizaje mediante el cual cada vez reaccionamos menos ante ciertos hechos. Se produce una baja en nuestro nivel de activación que se mide por la tasa cardiaca y las actitudes, entre otras cosas(Levine, 1997).

*Educación: proceso de inoculación/asimilación cultural, moral y conductual. Es el proceso por el cual las generaciones jóvenes se incorporan o asimilan el patrimonio cultural de los adultos. Asegura, pues, la supervivencia individual(se adquieren patrones conductuales de adaptación) y grupal o colectiva(función de recapitulación y progreso cultural). (Diccionario de educación).

*Influencia: implica una no-causalidad determinista, lineal y directa entre dos factores, admite mediadores y rechazos; es decir, implica un sujeto receptor cultural y psicológicamente activo y relativamente libre(Fuenzalida, 1994).

*Roles de género: expresiones externas de masculinidad o femineidad en escenarios sociales(Rice, 1997).

*Socialización: proceso por el cual las personas aprenden de los modos de una sociedad como estilos de comportamiento; que dará a las personas un funcionamiento óptimo dentro de la sociedad o grupo para realizar las funciones de rol, estatus. Este proceso incluye aprendizaje por parte de las personas como internalizaciones de las pautas, valores y sentimientos apropiados(Rice, 1997 y Elkin, 1964).

*Televisión: medio de comunicación que ha alcanzado una difusión sin precedentes, es usado por una cantidad muy significativa y grande de personas para satisfacer necesidades de información y entretenimiento(Fernández, 1994).

*Valores: implica la presencia de «algo»(una cualidad, una perfección)que satisface una necesidad humana. Una de las características propias del valor es su polaridad, es decir, frente a cada valor está su disvalor, su opuesto(Ivelic, 1990).

*Violencia: acción destructiva contra personas o propiedades(Papalia, 1987).

Marco teórico:

Cualquiera sea la raza, religión, sexo, edad o nivel socioeconómico de las personas, nuestra sociedad se ha unido alrededor de la experiencia cultural compartida de la televisión(Levine, 1997). Según el reporte Nielson de 1985, los niños escolares pasan semanalmente veintiséis horas y veinte minutos, en promedio, viendo televisión. Singer y Singer señalaron que los niños pasan más tiempo viendo televisión que realizando cualquier otra actividad, excepto dormir(Rice, 1997)

Según datos de la UNESCO, América Latina muestra un aumento de la oferta de canales de televisión disponibles, y también un aumento de televisores en los hogares. En Chile, entre 1970 y 1990, la disponibilidad de televisores por mil habitantes aumentó de cincuenta y tres a doscientos cinco(Fuenzalida, 1994).

La influencia de la televisión en los niños, en su desarrollo, y sus relaciones son muy importantes(Rice, 1997), se ha planteado que la televisión, al mostrar las duras realidades de la vida a los niños, ha modificado la naturaleza de la infancia. Por otra parte, los medios de comunicación llevan a los hogares ideas y percepciones, las cuales, con frecuencia, riñen con los valores paternos(Levine, 1997).

De lo anterior podemos concluir que la televisión es, sin lugar a dudas, un importante agente de socialización(Fuenzalida, 1994), el cual afecta todos los aspectos de ésta(Hoffman, 1997).

Los padres ejercen menos control sobre los programas que el niño ve(la mayoría no van destinados a los niños)a medida que el niño se hace mayor (Hoffman, 1997), esto se suma al hecho que los padres están cada vez menos tiempo con los niños(Levine, 1997). Todo esto, ha llevado a investigar, debido a la preocupación de los padres, educadores y psicólogos, los efectos tanto negativos como positivos de la televisión en las diferentes áreas del desarrollo del niño(Hoffman, 1997).

Violencia televisiva y comportamiento agresivo

Actualmente, el tema de la violencia en la televisión ha generado gran preocupación, debido a que estimularía la conducta agresiva en los niños(Rice, 1997), los cuales pasan muchas horas frente al televisor viendo programas infantiles(tales como los Power Rangers o Dragon Ball Z), o para adultos, siendo los primeros seis veces más agresivos(Papalia, 1997). Entre los actos violentos que son vistos por los niños están: asesinatos, guerras, puñetazos, golpizas, cuchilladas, balaceras, patadas, accidentes violentos y destrucción de propiedades, entre otros. Los niños que ven violencia en la pantalla se comportan más agresivos sin importar su localización geográfica, su sexo, su nivel socioeconómico o si tienen problemas emocionales. Este efecto es interdependiente, es decir, los niños agresivos eligen programas violentos y aquellos que ven estos programas, son más agresivos. La televisión fomenta la conducta agresiva de dos modos, o imitan el modelo que observaron y llegan a aceptar la agresión como conducta apropiada(Rice, 1997).

La imitación es el primer mecanismo de aprendizaje que tienen los niños y éstos no son especialmente selectivos en lo que imitan, y lo hacen tanto con modelos reales como con personas en la televisión o dibujos animados(Levine, 1997)

Los niños no imitan tan fácilmente lo que ven, lo que aprenden en los medios es más que imitación, ya que, de la gran cantidad de conductas, imágenes, actitudes y valores a los cuales están expuestos, eligen sólo algunos.

El niño, después de observar episodios violentos, puede que no actúe violentamente pero esto no significa que no haya aprendido una solución agresiva. A medida que son mayores, la conducta agresiva refleja más estilo interpersonal que cada uno está desarrollando. Hay variables importantes en la eficacia de un mensaje de los medios de comunicación (Levine, 1997) Estos son:

  • La identificación con el personaje: si son atractivas, respetadas y poderosas, además de identificarnos y empatizar con el personaje es más probable que lo imitemos.
  • ¿La violencia es reforzada? : los niños llegan a concusiones morales observando qué conductas son castigadas y cuáles no lo son, y es más probable que los niños imiten conductas reforzadas. Además la violencia que aparentemente se justifica tiene más probabilidad de ser imitada. La justificación está dada por ejemplo por instrucciones, esta obediencia ciega fomentada por la televisión, se debería recalcar la responsabilidad individual, es decir, alentar a los niños a reflexionar y pensar en las consecuencias.
  • ¿La violencia parece real o ficticia? : la violencia real afecta mayormente a la gente que la violencia irreal. En un estudio se comprobó que los niños luego de ver un episodio de violencia real eran más violentos que los que vieron un episodio ficticio. A diferentes edades, los niños consideran reales cosas muy diferentes, los niños pequeños consideran como «real» todo aquello que puede ocurrir, pero comprenden a muy temprana edad que los dibujos animados son menos reales, según algunos investigadores la violencia en la televisión produce menos efectos negativos si aparece en dibujos animados donde es castigada, las consecuencias negativas sean claras y el malhechor sea una persona completamente mala.
  • Aunque los niños sepan que los dibujos animados no son reales, el ver frecuentes episodios de violencia en éstos igual aumenta la agresividad(Levine, 1997).

Los programas de televisión en los horarios de mayor audiencia muestran alrededor de cinco escenas violentas por hora, y los dibujos animados veintitrés escenas por hora. Se ha descubierto que las personas que ven mucha televisión son más temerosas e inseguras, esto ocurre tanto en adultos como en niños. En general se nos presenta una idea equívoca y pesimista del mundo, lo cual afecta más a los niños pues tienen menos fuentes de información(Levine, 1997).

Uno de los aspectos que más preocupa, sobretodo a los padres, es que los niños se estén volviendo insensibles ante la violencia, ya que ésta parece endurecer a los niños, quienes al ver un acto violento, tienden a reaccionar con indiferencia(Levine, 1997 y Papalia, 1997). Estudios han demostrado que ver con frecuencia episodios violentos disminuye reacciones emocionales y también el interés por ayudar a otras personas en peligro o buscar ayuda para hacerlo.

Cuanta más violencia veamos y cuanto menos nos perturbe, más probabilidades tenemos de hacernos tolerantes a la violencia en la vida real. La desensibilización a la violencia se opone al sano desarrollo y es posible que esta reducción de la ansiedad sea lo que facilita el comportamiento agresivo. Por otra parte, investigadores han concluido que los niños que ven violencia en los medios de comunicación, tienen más probabilidad de considerar las peleas como un mecanismo normal para solucionar los conflictos(Levine, 1997).

Si bien no se puede establecer una relación de causalidad entre la TV y el comportamiento agresivo(Hoffman, 1997), se sabe que sus efectos no son triviales y pueden provocar incluso la muerte, entre otras tragedias(Levine, 1997).

Un estudio longitudinal concluyó que la cantidad de violencia vista por los sujetos cuando niños, estaba asociada con su agresividad a las edades de 19 y 30 años(Rice, 1997).

Por todo esto, la American Psychological Association, ha solicitado un mayor esfuerzo para reducir la violencia en la TV(Papalia, 1997).

Roles de género y televisión:

Los niños obtienen de la televisión información sobre posibles ocupaciones y/o actividades para hombres y mujeres, y creen que esta información es cierta(Hoffman, 1997). La TV presenta muchos más estereotipos de los que se encuentran en la vida real. Aparecen más hombres, y éstos son más agresivos, activos, constructivos y serviciales, sus actividades la aportan recompensas tangibles. Pero las mujeres tienden a ser diferentes, pasivas e ignoradas, y son castigadas si ser vuelven muy activas(Hoffman, 1997).

En los últimos años han cambios en la televisión, las mujeres pueden trabajar fuera de la casa y los hombres pueden estar a cargo de los niños, pero todavía hay muchos estereotipos del género(Papalia, 1997).

La teoría del aprendizaje social plantea que los niños imitan los modelos que ven y entonces, los que ven más TV estarían más tipificados por el género. Además se demostró que ambos sexos recuerdan mejor las secuencias televisivas que confirman los estereotipos(Papalia, 1997), pero cuando éstos son rotos, los niños reaccionan, suelen ser más flexibles en sus visiones y aceptan que hombres y mujeres tengan ocupaciones no tradicionales. En las investigaciones se ha observado que las niñas son más receptivas a estos cambios, aceptan los roles no tradicionales tanto en los demás como en ellas mismas(Hoffman, 1997).

A pesar de los cambios en gran parte de los programas de televisión, se sigue retratando un mundo en el que se valora ser hombre, blanco y joven, y se denigra el ser mujer, viejo, de piel oscura o extranjero. A esto se suma el que en los comerciales las diferencias entre los roles de género son mucho mayores que en la vida real, y muy pocos de ellos rompen con los estereotipos(Hoffman, 1997).

Educación y televisión:

La televisión parece constituir un estímulo importante en el desarrollo de la capacidad de comprensión lectora al favorecer la adquisición de destrezas cognitivas y lingüísticas, sobretodo en niños de nivel social bajo, que proveería los contenidos que no pueden extraer de su medio, y en niños con un CI relativamente bajo. Los logros de aprendizaje a partir de programas culturales o de entretención son incidentales(Uribe y otros, 1996).

Programas educativos como «Plaza Sésamo», por ejemplo, han arrojado beneficios que consisten en que aumentan las habilidades para reconocer y nombrar letras, clasificar objetos, nombrar las partes del cuerpo y reconocer formas geométricas(Rice, 1997), además los niños llegan a la guardería con un buen vocabulario y muy bien predispuestos a aprender a leer(Hoffman, 1997). Sin embargo, este programa no reduce las diferencias entre niños aventajados y aquellos con desventajas. Por otra parte, estos programas pueden enseñar a los niños a cooperar, a compartir, a ser afectuosos, amistosos, a controlar la agresión, cómo afrontar la frustración y a terminar las tareas que emprenden. Se pueden presentar modelos de relaciones familiares armoniosas y de conducta cooperativa comprensiva y educativa(Rice, 1997).Sin embargo el efecto de la televisión prosocial es débil, lo cual puede ser explicado por la inclusión relativa en ese medio de varias emociones(Hoffman, 1997).

Estos programas educativos son los más escasos en América Latina, lo que puede explicarse porque, por una parte, tienen un alto costo, y por lo general tienen muy poca audiencia(Fuenzalida, 1994).

Otras investigaciones

*Televisión y aprendizaje en preescolares:

Este estudio fue realizado por Patricio Uribe, Angélica Schoenfeldt, Susana Benavides y Patricia Muñoz, en octubre de 1996.Con un diseño transversal.

En este estudio se trabajó con 42 escolares de escuelas de la cuidad de Valdivia, a los cuales se les aplicó una batería de técnicas e instrumentos que tenían como objetivo:

Conocer sus hábitos televisivos (esto es: programas, horarios, personajes, actitud frente a los contenidos que veían y con quien conversaban dicha información), para lo cual se les aplicó una entrevista semiestructurada.

Conocer el grado de dominio de conceptos considerados indispensables para el ingreso al primer año de educación básica, para esto se les aplicó el test de Boem constituido por 50 ítems.

Conocer las condiciones socioeducacionales de los padres lo cual se realizó a ravés del registro escolar.

Los resultados mostraron que en el test los conceptos que presentaban más dificultad eran aquellos del área lógico matemática, mientras que aquellos relacionados con la ubicación espacio-temporal no presentaban dificultades.

La escolaridad de los padres osciló entre analfabetos hasta enseñanza superior. No se aprecia una asociación significativa entre el grado de escolaridad de los padres y el manejo de los conceptos por parte de los niños.

El tiempo dedicado a ver TV osciló entre 2 horas como mínimo y 5 o más como máximo. Se encontró que el 42,8%no comentaba lo visto, el 57,2% lo hacía, de éstos el 28,6% lo hacía con adultos. Esto está muy relacionado con la escolaridad de los padres.

Entre los programas más vistos están «El Chavo», «El Jappening», «Los Picapiedras» y las telenovelas.

Al asociar los hábitos televisivos con el grado de manejo de conceptos básicos dominados no se encontró una asociación significativa. Esto puede explicarse ya que a causa de la baja escolaridad de los padres, los niños no pueden aprovechar los contenidos, y por otra parte, el no comentar lo que ven, impide una retroalimentación necesaria para el aprendizaje(Uribe y cols, 1996).

*Clase social, exposición a la televisión y percepción de la violencia en la televisión entre estudiantes urbanos de educación básica en Chile:

Este estudio fue realizado por Francisco Fernández en 1994, con un diseño transversal.

En este estudio se procura examinar la relación entre la clase social, tanto con la exposición a la televisión como con la percepción valorativa de la violencia en ésta, interesa, además, determinar si existe una diferencia respecto a los sexos.

Se extrajo una muestra aleatoria estratificada por clase social y por sexo, de 123 niños de entre 8 años y seis meses y 10 años, cursando cuarto año básico en establecimientos mixtos de Valparaíso y Viña del Mar, sin problemas de aprendizaje, no pertenecientes a hogares de menores, que no asisten a colegios de colonias extranjeras. Se incluyó a sus madres o madres sustitutas.

Se entrevistó a las madres o madres sustitutas, se obtuvo que:

Según la ocupación y educación del jefe de hogar se distinguieron cuatro clases: Baja- Baja; Baja; Media- Baja y clase Media y Media superior. Estas fueron dicotomizadas por el tamaño de la muestra en clase Baja- Baja y Baja, y en clase Media- Baja y Media incluyendo Media Superior.

Para agrupar la muestra en dos grupos de acuerdo a los modos de socialización familiar: Represivo y Participativo, se hicieron 25 preguntas cerradas.

Mediante 25 preguntas, abiertas y cerradas, se determinó la exposición de la madre a la radio, los diarios y la televisión y del niño a la TV. Además, los niños respondieron 32 preguntas acerca de su exposición a la TV y su percepción de la violencia en ésta.

Los resultados fueron los siguientes:

Clase social y exposición a la televisión: no se encontraron diferencias significativas en este aspecto, pero una proporción ligeramente menor de las clases bajas no ve TV por la carencia de ésta.

Sexo y exposición a la televisión: hay una tendencia a que los varones vean más televisión que las niñas, pero esta diferencia no es significativa. Pero si lo es en sexos que ven TV a diario, cinco horas o más.

Clase social y percepción de la violencia: los niños de las clases bajas evalúan la violencia de modo positivo en una proporción mucho mayor que los de las clases medias. Pero en ambas, la mayoría de los niños la evalúan de forma negativa, siendo este rechazo mucho mayor en las clases medias.

Sexo y percepción de la violencia: aunque los porcentajes muestran una tendencia a que las niñas tengan una percepción más «negativa» de la violencia, estas diferencias no son significativas.

Los datos ratifican la gran difusión de la televisión en Chile en todas las clases sociales. Con respecto a la percepción más positiva de la violencia por parte de los niños de las clases bajas puede deberse al tipo de socialización más represivo. El sexo parece ser una variable menos importante con respecto a la exposición a la televisión y percepción de la violencia(Fernández, 1994).

Integración

Los resultados obtenidos en la investigación acerca de la televisión y el aprendizaje en preescolares, realizada por Uribe y colaboradores, pueden ser explicados por el hecho de que los niños encuestados sólo en un bajo porcentaje conversaba o comentaba lo que veía en televisión con un adulto. Esto afecta mucho en el beneficio que obtienen los niños de la información que reciben de la televisión, ya que la familia, como principal agente de socialización, debe guiar y reforzar los conocimientos adquiridos mediante la televisión, que si bien no son tan significativos, deben ser aprovechados de modo eficaz debido a que los niños pasan mucho más tiempo viendo televisión que en la sala de clases. Por esto, la dinámica de la familia, específicamente la comunicación y el enlace social que ésta tenga, son trascendentales en el aporte social que se le da al niño. Este aporte, consiste en las cosas que el niño aprende gracias al medio que le proporciona su familia, el cual depende del nivel socioeconómico y la escolaridad de los padres. Este último especialmente importante, ya que de ser bajo, impide que los padres puedan estimular y guiar a sus hijos para que saquen provecho de los conocimientos que entrega la TV, para que así, los niños puedan procesarlos y aprovecharlos al máximo.

Los resultados de la investigación acerca de la relación entre la clase social, la exposición a la TV y la percepción de la violencia, realizado por Francisco Fernández, no hacen más que ilustrar la gran difusión de la televisión en Chile en todas las clases sociales. Resalta también la importancia que la familia tiene en la socialización, por cuanto las diferencias con respecto a la percepción más positiva de la violencia por parte de los niños de clases más bajas se debe al tipo de socialización más represivo que éstos suelen recibir.

Este estudio nos corrobora el que no importa en gran medida el sexo o el nivel socioeconómico de los niños, la televisión ejerce un impacto que sobrepasa estas diferencias.

A causa de lo anterior se puede explicar el hecho que los mensajes televisivos tengan tanta repercusión, sobre todo en los niños.

Conclusiones

  1. La importante y creciente cabida de la televisión en la sociedad, ha influido en la vida de todos sus miembros, sobretodo de los niños quienes son aquellos que pasan más horas frente al televisor.
  2. Por esto, el decir que la TV tiene gran influencia en el desarrollo de los niños no es para nadie una novedad. Se sabe también que estas influencias pueden ser tanto negativas como positivas.
  3. La preocupación científica se ha centrado en el primer tipo, dentro de los cuales se puede destacar, la gran cantidad de violencia emitida por televisión en programas para adultos y también en los destinados a los niños. Si bien no se puede establecer una relación de causalidad, se sabe que están correlacionados. La televisión también puede provocar, con programas de contenido estereotipado, que los niños que tienen una vida diferente a los patrones establecidos, desarrollen un sentimiento de no pertenencia y a la vez se genere el rechazo de éstos por parte de los demás niños. Afortunadamente esto está cambiando y los programas muestran cada vez más familias no tradicionales y roles de género muchísimo menos estereotipados(las madres trabajan, hay mujeres policías, abogados, etc.).
  4. Con respecto a las influencias positivas se puede decir que son más débiles, pues los programas de este tipo son escasos y/o no están bien construidos. De estarlo, favorece al niño dándole una base más sólida en su aprendizaje, pero todo depende de cómo adquiera e interprete la información. También es importante destacar que la televisión permite, por medio de programas culturales, el conocimiento del mundo, de los diferentes países y sus culturas.
  5. En los últimos años, han surgido canales de televisión destinados a enseñar de un modo entretenido, estos están destinados a los niños, pero también son útiles y atractivos para los adultos (por ejemplo, Discovery Channel). Estos son esfuerzos por promover una televisión con mayor calidad en sus programas.
  6. Uno de los grandes errores, es que la gran masividad de la televisión no ha sido bien aprovechada, ya que toda la preocupación está puesta en sus aspectos negativos. Por el contrario, se deberían promover los esfuerzos, como el anteriormente mencionado, consiguiendo así que la televisión sea una herramienta que mejore la vida de las personas promoviendo conductas prosociales mediante programas culturales y educativos.
  7. Por último, es importante destacar la enorme responsabilidad de los padres en la cantidad y calidad de televisión a la que estén expuesto sus hijos, ya que los primeros deberían poner ciertos límites y/o reglas, además de promover una vida familiar con más conversación e interacción entre sus miembros

Referencias bibliográficas

*Elkin, F.(1964). El niño y la sociedad. Buenos Aires: Paidós.

*Fernández, F(1994). Clase social, exposición a la televisión y percepción de la violencia en la televisión en estudiantes urbanos de educación básica en Chile. Estudios sociales CPU, 82, 35-48.

*Fuenzalida, V. (1994). Socialización y televisión. Estudios sociales CPU, 82, 187-219.

*Hoffman, L., Paris, S., Hall, E. (1995). Psicología del desarrollo hoy. España: Mc Graw-Hill.

*Ivelic, R. (1990). TV infantil y valores de vida. Revista de pedagogía FIDE, 40, 326, 45-53.

*Levine, M.(1997). La violencia en los medios de comunicación: cómo afecta al desarrollo de los niños y adolescentes. Bogotá: Norma.

*Papalia, D.E. y Wendkos Olds, S.(1997). Desarrollo humano. Santafé de Bogotá: Mc Graw-Hill.

*Papalia, D.E. y Wendkos Olds,S.(1987). Psicología. México: Mc Graw-Hill.

*Rice, F.P.(1997). Desarrollo humano: el estudio del ciclo vital. México: Prentice-Hall.

*Uribe, P., Schoefeldt, A., Benavides, S. y Muñoz, P. (1996). La televisión y el aprendizaje en preescolares. Revista de pedagogía FIDE, 387, 246-250.

*Aviso: © Copyrights 2001 Apsique, en representación de los autores. Todos los derechos reservados.

*Este informe puede ser utilizado de la manera que el usuario estime conveniente, en tanto sean citados los autores. No se autoriza su venta ni su uso para fines de lucro de ninguna especie, a excepción que Apsique así lo autorice.

Fuente: www.orientared.com

¿Cómo enfrentar el fin de año?

El fin de año es un tiempo caótico para la mayoría de las personas y más aún para quienes están ligados a las actividades escolares. Al cansancio característico de la fecha, se suman otros factores como los preparativos para alguna fiesta, viaje o paseo de fin de año, licenciaturas y graduaciones, entre otras actividades. Pero, sin duda, los más afectados son los propios estudiantes, quienes ven en estas semanas de exámenes y pruebas su última carta en el juego del aprendizaje.

La profesora de Educación Diferencial y psicopedagoga del Colegio Santa María Reina, Mónica Arenas, explica que en este contexto se pueden apreciar dos realidades definidas por el entorno familiar: la familia comunicativa y la familia de las sorpresas.

La primera es aquella en la cual reina la comunicación y la confianza entre padres e hijos, donde se van apreciando en forma paulatina los avances y dificultades del pequeño, haciéndole ver sus errores, pero ofreciéndole todo el apoyo para superarlos.

La segunda, en cambio, es aquella donde diversos factores han entorpecido el diálogo y la confianza, y el niño no se siente capaz de comentar las situaciones que lo aquejan, ni los padres ven la necesidad de indagar más.

Y en cada uno de estos escenarios la forma de enfrentar los últimos desafíos es diferente. Para las familias comunicativas, independiente de las calificaciones que haya tenido el niño, esta fecha no se diferencia mayormente de lo que se ha vivido en el transcurso de los meses anteriores.

Si las notas han sido deficientes y el niño está por debajo de las exigencias para ser promovido al siguiente nivel, el apoderado estará en antecedentes y se habrá preparado con tiempo para aceptarlo y trabajar codo a codo con el pequeño para ayudarle en el reforzamiento de aquello que le resulta más difícil.

En las ‘familias de las sorpresas’, por el contrario, la noticia de una probable repitencia se vuelve un verdadero ‘torbellino’ que arrasa con los últimos vestigios de paz. Los padres se enteran de los acontecimientos cuando ya no hay solución posible y aún así tratan de ‘salvar’ el año con medidas de parche, que a la larga limitan el paso de curso a un simple ‘paso’, que no aporta ningún conocimiento ni desarrollo para el niño. Puede entonces comenzar a gestarse una guerra de culpabilidades, y finalmente se produce un estrés tan grande que perjudica aún más al menor.

Si ya no se hizo…

“Cómo enfrentar el fin de año, depende de cómo la familia completa ha encarado el proceso educativo durante el año. Si ha existido confianza y conversación periódica entre padres e hijos, se conocen las normas y horarios establecidos y se ha hecho un acompañamiento del aprendizaje del niño, habrá congruencia con los resultados”, señala la profesional. Si, por el contrario, no se le ha puesto la suficiente atención durante el periodo transcurrido, no es tiempo de comenzar a presionar, aunque sí de apoyar al pequeño y estimularlo a hacer su mejor esfuerzo.

En este sentido, es recomendable que padres e hijos analicen en conjunto cual es el “estado” actual de su rendimiento, sus expectativas respecto a las notas -es decir, si quieren subirlas o mantenerlas-y cómo piensan enfrentar lo que les queda de clases. Para ello es necesario averiguar si necesitan ayuda en algo, si sienten que un ramo está flojo o si requieren una guía más dirigida para estudiar.

Si hay problemas, deben buscar en conjunto las soluciones y evaluar los posibles escenarios, procurando ser realistas, pero sin desanimar al niño frente a una eventual repitencia, es decir, plantearlo como una probabilidad, sin darlo por hecho, pues se debe estimular el compromiso al esfuerzo para lograr la mejor nota posible.

La psicóloga Karen Moënne, sugiere mostrar al niño las consecuencias positivas y algunas negativas de repetir de curso, de manera que se puedan ver las cosas en perspectiva y se refuercen las ganas de seguir adelante. “No se trata de mostrarle extremos, pero muchos niños no han tomado conciencia de que si repiten perderán a sus compañeros de curso, ni tampoco que al repetir ya conocerá algunas materias, por lo que le resultará más fácil y aprenderá mucho más”, señala.

El origen del problema

Sin embargo, las buenas o malas calificaciones pueden ser un reflejo de lo que está viviendo el niño. Si bien es cierto que cada uno posee características propias que lo hacen más o menos estudioso, con mayor o menor capacidad de concentración y motivación, o con distintas aptitudes y preferencias, ocurre también que situaciones emocionales -como problemas familiares, dificultad con un compañero o temor a determinada experiencia- se manifiestan a través de la escuela.

Es importante analizar en conjunto las posibles causas de una repitencia o bajo rendimiento para que el niño tenga claridad sobre lo que debe hacer para evitarlo. En caso que los padres detecten cualquier factor que pueda afectar el rendimiento del pequeño, deben comunicarse con el colegio y generar en conjunto instancias de diálogo y apoyo. Así también, si notan que alguna materia le resulta particularmente difícil, pueden recurrir a los equipos multidisciplinarios de cada establecimiento educacional, para intentar reforzarlo.

Pero lo primordial es brindarle serenidad y un apoyo afectivo y de contacto físico positivo -abrazos, besos y caricias- que le hagan sentir seguro, en confianza, querido y miembro activo de ese núcleo familiar, aún cuando los resultados no sean buenos o los esperados por los padres, procurando no estresarlo aún más por el fin de año.

Fuente: www.padresok.com

Hermanos rivales: ¡No lo soporto!

Por lo general, se habla de celos en los hijos mayores cuando nace un hermanito, pues sienten que su reinado se acaba y que sus padres le quitan parte de su cariño para proporcionárselo a otro. Sin embargo, durante la preadolescencia suelen resurgir este tipo de sentimientos.

El doctor Ricardo García -psiquiatra de niños y adolescentes de Clínica Las Condes y Universidad de Chile, y miembro de la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y la Adolescencia- explica que esto es normal y que se produce por la inseguridad que le provoca al niño la etapa que está viviendo.

«Se compara con sus pares -amigos de colegio o hermanos- y advierte cualquier atisbo de protección y seguridad en los otros como una amenaza para sí mismo. Se resiste a las diferencias de trato respecto a sus hermanos, ya sean menores o mayores, por el sólo hecho de estar en otra etapa y tener distintos requerimientos sociales. Los más chicos tienen menos exigencias, los más grandes ya llevan un camino andado, y él está en una constante inestabilidad respecto de ellos».

De esta manera, el niño mayor, se siente presionado y lleno de obligaciones respecto a su hermano menor, y los pequeños se sienten abrumados por el peso en la jerarquía del primogénito, al que ven lleno de privilegios.

Además, existe una tendencia natural de los hijos por mantener o ganar posiciones en la escala familiar y sobre todo en el reparto del cariño de sus padres, pues en su subjetividad no comprenden que el amor por un hijo es inagotable, por lo que no necesita de medidas ni dosificaciones.

«La competencia radica en ser el ‘hijo especial’ de los padres, aunque no lo demuestren explícitamente. Los hermanos empiezan a medirse entre ellos de acuerdo a los atributos que los padres les dan, y buscan llamar la atención a como dé lugar. La idea es ser el primero, en lo que sea», señala Magdalena Rhamer, psicóloga clínica de la Universidad Católica.

La cara oculta de la rivalidad

Sin embargo, a pesar de constituir un proceso normal en el desarrollo, el cual se supera fácilmente una vez pasado el periodo de adaptación, existen algunas características familiares o de personalidad del niño que podrían intervenir de manera negativa. El doctor García explica, por ejemplo, que niños con un desarrollo emocional alterado, oposicionistas, desafiantes y egocéntricos, pueden manifestar mayor conflicto en la relación con sus hermanos. En estos casos, se requiere de un manejo profesional y de un trabajo con las familias, pues el sentimiento de rivalidad está mucho más arraigado que en el común de los casos.

Así también, las familias que atraviesan por problemas conyugales, frustraciones personales, violencia intrafamiliar, u otro tipo de situaciones dolorosas para un niño, pueden provocar riñas entre los hermanos, como una forma de desviar la atención del problema mayor, y esconder en estas reacciones su sentimiento de impotencia frente a lo que sucede.

Valorar y respetar las diferencias

Para prevenir este tipo de conflicto, es necesario que los padres establezcan claramente los valores de la familia, destacando la importancia de mantener buenas relaciones y lo valioso que es tener hermanos con quien poder compartir y apoyarse cuando las circunstancias lo ameriten. «Muchas veces son los propios padres los que, sin querer, incentivan la rivalidad entre hermanos. Por ejemplo, cuando realizan comparaciones, establecen preferencias o presentan mayor afinidad con uno u otro», advierte la psicóloga Rahmer.

Cada hijo es diferente, con distintas aptitudes, cualidades y debilidades -físicas, emocionales e intelectuales- que los padres deben descubrir y tratar de generar las instancias para que cada cual se desarrolle de acuerdo a ellas. En este sentido, el doctor García recomienda ayudar al niño a escuchar sus propios sentimientos, reforzando sus potencialidades y fortalezas, y teniendo especial cuidado con aquellos hijos que manifiestan gustos menos afines con sus padres, de tal manera que sienta compañía y apoyo en lo que le gusta, y no una brecha que lo aleja de su núcleo familiar.

Ambos especialistas coinciden en la importancia de mantener una relación abierta con cada hijo y con la familia en su totalidad. Se debe tratar de mantener la mayor neutralidad posible cuando se susciten peleas y evitar al máximo las comparaciones y mortificaciones innecesarias como «¿por qué no eres ordenada como tu hermana?». Asimismo, si se va a ‘premiar’ a alguno de los hijos, los otros deben tener claro el motivo del premio -una buena calificación o una acción solidaria- para que no piense que es sólo porque «lo prefieren a él».

Cada familia debe revisar su propio proceso de crecimiento, cómo procesa y pone límites y a su vez, cómo genera los valores que quiere transmitir, para que de esta manera se pueda fortalecer el vínculo fraterno entre los hermanos.

Fuente: http://www.padresok.com